HISTORIA DEL BARRANCO DEL ABOGADO

A uno de los lados de La Alhambra se asienta una de las barriadas con más historia de la capital y quizá, también la más desconocida. El Barranco del Abogado lleva en pie desde la época Nazarí y por sus calles pasaron personajes tan ilustres como el Rey Boabdil, quien en 1492 salió de la Torre de los Siete Suelos hacia su exilio alpujarreño, utilizando este barrio -llamado por aquel entonces Rabad al Nayd- como camino para seguir hacia la Ermita de San Sebastián, Parrilla, Paseo de los Basilios y Violón. Tan curioso nombre tiene, según los archivos históricos recuperados por la Asociación de Vecinos del lugar, dos vertientes. Una es que recibió el apelativo porque fue el sitio donde asesinaron a un letrado de la Chancillería -el abogado veinticuatro-. La otra leyenda cuenta que tal denominación se debe a que estos terrenos fueron recibidos por un abogado, en 1623, como pago de sus honorarios en un pleito ruinoso que finalmente ganó.
Sea como fuere, este espacio alberga, a día de hoy, a más de cuatro mil personas, distribuidas por todo el perímetro. Aunque los vecinos reconocen que ha sido una de las zonas «más olvidadas y castigadas» de la capital, ya que las lluvias de 1949, 1954, 1955 y las del 16 de febrero de 1963 -el día más lluvioso del siglo XX en Granada- ocasionaron inundaciones y deslizamientos de tierra, favorecidos por la escasa vegetación. Según la presidenta de la asociación, Dolores Fandila, «el hundimiento de las cuevas provocó el desahucio forzoso del 90% de las familias del Barranco. El barrio quedó prácticamente deshabitado». Los habitantes del lugar no contaron con agua potable hasta 2001, momento en el que se fundó la asociación vecinal y, juntos, se pusieron, nunca mejor dicho, «manos a la obra». No obstante, y antes de esa fecha, en 1920, los ‘barranqueros’ pudieron disponer de agua no potable, sin necesidad de desplazarse. «El empresario Ricardo Martín construyó un pilar y costeó la canalización y conducción del agua, cedida por el que fuera propietario del Carmen de los Mártires, Hubert Meersmans», cuenta la presidenta mientras manifiesta que realmente era el «barrio tercermundista de Granada».
El 80% es gente mayor
En la actualidad, el Barranco, que forma parte del distrito centro, ha mejorado en cuanto a la iluminación, asfaltado de las calles o comunicación con el resto de la ciudad. «Hasta que la asociación no se constituyó no pudimos hacer que el barrio creciera y evolucionara. En diez años el cambio ha sido muy notable. Conseguimos que pasara por aquí la línea 34 de autobús. En 2003, por ejemplo, aún había casas sin saneamientos, solo con pozos ciegos; se arreglaron los cuadros de alimentación de la luz; se puso el asfalto en las calles; y se habilitaron aquellos tramos donde la accesibilidad era imposible», recalca la responsable de la comunidad.
Pese a todo lo alcanzado, aún hay un «largo trecho por recorrer», puesto que no existen comercios para que la gente pueda comprar los artículos de primera necesidad. «No hay locales comerciales, tenemos que bajar al Realejo o ir a las grandes superficies a abastecernos de pan, leche y otros productos que consumimos a diario. Sin embargo, contamos con hoteles y restaurantes de primera calidad. En esta zona hay muchos contrastes. Vive gente de alto poder adquisitivo, pero también personas con muchos menos recursos», sostiene Lola al tiempo que hace hincapié en que también se debería fomentar la construcción de viviendas unifamiliares para atraer a gente joven al barrio, dado que «el 80% es gente mayor» que lleva aquí toda la vida.
De este modo, entre pitas, chumberas, cuevas, grutas y la luz de un sol que parece ser más intenso en lo alto de este barrio, sus vecinos tienen el privilegio de vivir en lo que no dudan en llamar «la habitación con las mejores vistas de Granada».